Único invitado extranjero para colaborar en la elaboración de la Constitución de la Federación Rusa de 1993.

Artículo publicado en Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Nº. 17, 1994
EL proceso de la elaboración de la vigente Constitución rusa ha sido largo y complejo. Largo, porque ha durado aproximadamente tres años y complejo, porque cabe hablar por lo menos de tres vías distintas para adaptar la normativa constitucional a las nuevas circunstancias del país.
En efecto, tras la declaración de soberanía aprobada el 12 de junio de 1990 por el primer Congreso de Diputados de Rusia, éste encomendó a una Comisión Constitucional por él creada la elaboración de un proyecto de Constitución. Desde entonces y hasta finales del pasado año dicha Comisión parlamentaría elaboró y publicó cinco variantes de proyecto sin que, sin embargo, pudiera ponerse de acuerdo sobre un texto definitivo al tropezar sus componentes, que casi desde el primer momento se habían intentado guiar por el principio de consenso, con dos obstáculos insuperables: las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo y la estructura general de Rusia.
Precisamente, a la vista de estas dificultades, tal vez con la intención de imponer sus propios criterios (renunciando por tanto al método consensual) el Presidente de la Federación, B.N.Yeltsin, encomendó la elaboración de un proyecto alternativo. La decisión fue tanto más sorprendente cuanto que el Jefe de Estado era al mismo tiempo el Presidente de la Comisión Constitucional.
El proyecto de origen presidencial fue debatido durante el verano de 1993 en una conferencia constitucional que se celebró en el Kremlin y que agrupando unas 600 personalidades, trabajó dividida en 5 secciones. El resultado final de los trabajos fue un texto técnicamente logrado y equilibrado, aunque, al decir de algún comentarista, la versión final atribuía al Parlamento
más poderes de los que al principio se había proyectado. Tal vez por ello, tras los gravísimos acontecimientos de septiembre-octubre de 1993 Yeltsin decidió reelaborar «su» texto reforzando considerablemente las atribuciones de la Jefatura de Estado y disminuyendo en la misma medida las del Parlamento. Este sería el texto que, sometido a referendum el pasado 12 de diciembre, fue aprobado por una mayoría de los participantes en la votación popular, que no equivalían sin embargo más que a una minoría de los ciudadanos registrados en el censo.
Pero, abundando en lo complejo del proceso conviene recordar que el propio texto constitucional vigente hasta el otoño de 1993, la Constitución de 1978, había sido objeto de constantes e importantes reformas, no pocas de las cuales, dicho sea de paso, marcarían una pauta a seguir tanto por los proyectos elaborados por la Comisión Constitucional parlamentaria como, incluso, por el proyecto presidencial. Muchas han sido las críticas dirigidas tanto en Rusia como en el exterior contra la Constitución «brezhneviana» tildándola de antidemocrática y, sin embargo, debo decir que no es fácil encontrar en aquel texto una base para ese tipo de acusaciones. Lo que no es óbice para que se pueda afirmar que contenía a partir de un determinado momento preceptos difíciles de conciliar como eran sobre todo, de un lado, el artículo 104, que
proclamaba la prevalencia del Congreso de Diputados y del Soviet Supremo sobre el resto de los órganos constitucionales, y de otro lado, los artículos que regulaban la figura de la Presidencia de la Federación. Ello no era, a decir verdad, sino un reflejo del conflicto que oponía, sobre todo desde mediados de 1992, a uno y otro poder, portadores cada uno de ellos de una visión distinta a la hora de implementar las reformas que necesita el país.
Finalmente, antes de iniciar el análisis del texto actualmente en vigor, es preciso recordar la firma de 31 de marzo de 1992 de unos Convenios federativos con los que se pretenda encauzar la solución a los problemas que planteaba la organización territorial-nacional de Rusia, de los que se podría afirmar que tenían valor material, si no formal, constitucional.
LA nueva Constitución comienza con un breve preámbulo cuyas primeras palabras no dejan de recordar el texto constitucional norteamericano: «Nosotros, el pueblo,…». Bien es verdad que a continuación se dice que el pueblo es plurinacional lo que es una fórmula original rusa, incluso soviética.
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